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sábado, 27 de febrero de 2010

THE LOVELY BONES

The Lovely Bones no es una novela que haga pensar en una película. Lo reconoce Peter Jackson, aunque ello no le impidió aceptar el reto y ponerse manos a la obra. Y su manera de hacerlo hace honor al lema de Avatar (comentada también en este blog) mucho mejor que ésta: Entra en un mundo nuevo. Y es que para ver The Lovely Bones hay que estar preparado para adentrarse en un universo con el que se intenta mostrar lo inimaginable, el mundo de los sentimientos de una persona que acaba de morir y se resiste, al igual que los que quedaron atrás, a pasar página.

Tanto la protagonista, una niña asesinada por un psicópata, como sus padres y hermana, se empeñan en mirar atrás y, cada uno desde su posición, pretenden mantener la herida abierta. Y aunque parece que sus esfuerzos tienen sentido en cuanto a dar con el asesino y conseguir justicia, lo que la película deja claro es que no resignarse y quedarse en el lamento, por muy orientado que esté hacia buscar al culpable, es fuente de una parálisis que se evidencia en el lento ritmo de la acción. Parálisis que a la familia no le deja seguir viviendo y que a la niña muerta no le deja completar su entrada en el cielo.

Normalmente soy poco favorable a películas lentas, pero por una vez he de reconocer que en este caso, la lentitud forma parte de la historia. Además en este caso lentitud no es sinónimo de monotonía, sino todo lo contrario: las largas secuencias que con gran belleza y fantasía expresan los sentimientos de la niña atrapada en la antesala del cielo constituyen un magnífico despliegue de imaginación y hasta de poesía en imágenes que no llegan a cansar.

Yo lo resumiría en una frase: hace falta mucho más que un minuto para expresar lo que ocurre en el interior de una persona durante un minuto – tanta es la riqueza del mundo de los sentimientos.

Exceptuando a Stanley Tucci en el papel del psicópata (justamente nominado al Oscar por él), creo que las actuaciones podrían haber sido más expresivas. Tenemos en el elenco de la película nada menos que a Rachel Weisz, reaparecida tras Ágora (véase comentario al comienzo de este blog, es decir, abajo), Mark Wahlberg y Susan Sarandon, a quienes no daría más que un aprobado raspado. Pero no por ello queda eclipsada la poderosa historia y la expresividad visual conseguida por Peter Jackson.

Creo que Peter Jackson ilustra con una película lo que declaraba en una reciente entrevista: el futuro del cine no está en el 3D, y cuando se acabe la sorpresa de los efectos, habrá que volver a buscar buenas historias. The Lovely Bones es un buen ejemplo de ello.