Buscar en este blog

sábado, 19 de diciembre de 2009

AVATAR

NADA NUEVO BAJO EL SOL... AUNQUE SEA DE PANDORA

Resulta que Avatar iba a cambiar para siempre la historia del cine, iba a significar un antes y un después, como la llegada del sonido a las películas.

Y luego resulta que Avatar no es más que un patchwork de elementos más que vistos y manidos, de clichés políticamente correctos y una dosis de moralina barata de la que nos tienen bastante cansados. Ni siquiera mi admirado James Horner ha sido capaz de ponerle una banda sonora original… Pero vayamos por partes:

Ya en los comienzos de la película James Cameron recurre al sistema de Matrix de acoplar un ser humano a un dispositivo para introducirse en otra realidad. La única diferencia es que en Avatar, el destino, en lugar de ser una realidad virtual, es un cuerpo genéticamente diseñado como híbrido entre humano y alienígena, lo cual a su vez es una idea procedente, por ejemplo, de Expediente X.

De Matrix también proceden sin duda las armaduras-robot en las que se introducen los soldados para manejarlas desde dentro como si fueran extensiones de sus propios cuerpos. También parece haber sido imitada la trilogía de los hermanos Wachowski en la escena del baile ancestral-tribal-primitivo, que tanto en Matrix como en Avatar están tan fuera de lugar.

Habrá quien admire los paisajes y la exuberante fauna y flora del planeta Pandora, pero tampoco éstos son originales: son sospechosamente parecidos a los de los diferentes planetas en los que los caballeros Jedi son perseguidos hasta la aniquilación en el Episodio III de Star Wars. Y al igual que de Matrix, Cameron ha querido extraer lo peor de Star Wars al intentar explicar la espiritualidad de la tribu de los Na’vi en términos “bioeléctricos”, emulando la explicación de la Fuerza de los Jedi con los microorganismos llamados midiclorianos, lo cual nunca gustó a los aficionados al mundo de Star Wars y, de hecho, se ha intentado soslayar en posteriores entregas.

En cuanto a los clichés, son tan sencillos como el recurso a la “teoría” de Gaia que considera a la Tierra y todos sus seres vivos como un todo que sufre debido a la acción destructiva del hombre. En Avatar esta acción destructiva se parece demasiado a la de los que talan los árboles de la Selva Amazónica, uno de los baluartes de los defensores del medio ambiente, tan de moda ahora, como bien debe saber Cameron, por lo que se ve.

Otro exponente de lo políticamente correcto, que delata el tiempo que lleva Cameron trabajando en esta película que iba a revolucionar nuestro modo de ver cine, es el de denunciar la guerra preventiva y el combate del terror(ismo) con terror(ismo). Llega un poco tarde la denuncia y la verdad es que ya nos pilla bastante hastiados de tanto buenismo convertido en moralina de cine.

Sinceramente, independientemente de lo que uno opine sobre estos temas, me produce rechazo una película con la que su autor pretende aleccionarme tan burdamente desde una posición de superioridad moral basada en el recurso fácil a lo políticamente correcto.

Un elemento decisivo de la batalla final de Avatar es que a través de esa conexión que tienen entre sí todos los seres vivos de Pandora, toda la naturaleza se vuelca en luchar con los Na’vi contra los malos malísimos humanos. Tampoco este planteamiento es original, sino que procede de la novela El Quinto Día, que abunda en los planteamientos tipo “Gaia” mencionados arriba.

Y como si se hubiera puesto de acuerdo con Cameron en conseguir que Avatar no sea original en nada, tampoco James Horner, cuyas bandas sonoras siempre he admirado y son las más numerosas en mi colección de discos de música para el cine, se ha molestado en inventar nada nuevo para Avatar. El tema principal es calcado del tema principal de Tiempos de Gloria, con un pequeño toque de Titanic.

Cabía esperar que la revolución de Avatar emanara de su infografía, pero he de decir que en mi opinión la cosa no ha mejorado mucho desde Final Fantasy. Algo sí, pero en Avatar no hay un salto cualitativo que justifique decir que se ha llegado a un nuevo estadio en la producción cinematográfica.

Por su parte el argumento de la película es totalmente previsible, no hay ningún elemento sorpresivo, ningún giro que desviara la historia lo más mínimo de lo que desde los primeros minutos sabemos que va a pasar.

Avatar dura 164 minutos. La fui a ver con sueño atrasado y cansado, por lo que temía quedarme dormido. En su favor hay que decir que no me dormí. Pero salí con la sensación de haber pasado 164 minutos perdiendo el tiempo. No sé qué es peor…

lunes, 7 de diciembre de 2009

Paranormal Activity

Como ya me ha comentado más de uno, lo más paranormal de Paranormal Activity es que haya llegado a tener el éxito que está teniendo. Muchos habrán visto los anuncios en los que entre las imágenes de la película se intercalaban escenas del público asustándose. Pues bien, las secuencias por las que esos espectadores se podrían estar asustando de esa manera son dos, o tres, si apuramos, y además ocurren todas hacia el final.
Paranormal Activity está bien como película de fin de estudios – para matrícula de honor, incluso, pero de ninguna manera merece compartir cartelera con producciones profesionales y cobrar por ser vista lo mismo que éstas. Hace unos años sucedió algo parecido con Primer, una película hecha en un garaje, como les gusta decir a muchos para enfatizar los pocos medios con que contó. Pero la verdad es que contaba con un guión elaborado, y una concepción tras la cual había mucho más trabajo que en Paranormal Activity.
Totalmente desproporcionada es la comparación con clásicos del terror como El Exorcista o Poltergeist.
Dicho esto, he de decir que al menos no aburría, y que es ingeniosa la manera de plantear la película como grabada por una videocámara casera sin caer, como han hecho otras antes, en el mareo del movimiento de la cámara en la mano, y consiguiendo al mismo tiempo una variedad de planos que hace que finalmente la película no canse.
Pero de miedo, poca cosa.