Una muestra estupenda de que aún queda espacio para la sorpresa en el cine y de que tales sorpresas no están siempre ligadas a aspectos efectistas. Una vez vista uno se pregunta cómo no se le había ocurrido antes a alguien hacer algo así, y la respuesta es que no es tan fácil como parece hacer un largometraje en el que sólo se ve una pantalla de ordenador que muestra a los protagonistas interaccionando en redes sociales, principalmente Skype, e hilar una historia capaz de mantener la atención hasta el final.
Sólo puedo recomendar verla para apreciar el mérito de esta película. Quizás vengan otras que lo harán mejor, pero a ésta no lo quita nadie el mérito de haber sido la primera en lograrlo.
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