Decir Johnny English es decir
Rowan Atkinson. Al igual que la primera entrega, el regreso de este peculiar
agente secreto inglés deleitará a los fans de las muecas y gestos de este
actor, conocido por hacer lo mismo a lo largo de la serie y películas de Mr.
Bean.
A diferencia de la anterior, esta
entrega nos transmite que las desventuras no se deben tanto a la torpeza de English,
sino más bien a la mala suerte. No está claro si es un cambio deliberado o un
desacierto, pero en realidad poco importará a quien disfrute viendo a Rowan
Atkinson muy en su papel, nunca mejor dicho. A quienes nunca hizo demasiada
gracia, por el contrario, les parecerá más de lo mismo.
Una vez más, y ya se está
convirtiendo en una pauta, prácticamente todos los gags de la película están en
los trailers. No entiendo mucho esta práctica, ya que aboca a los espectadores
a esperar más de lo que luego reciben. No entiendo cómo profesionales del
marketing pueden pensar que merece la pena quemar todas las escenas que
consideran atractivas para atraer a unos pocos espectadores más, cuando después
la decepción transmitida por el boca a boca (lo siento pero no voy a cometer la
horterada de decir “boca a oído”) hará que se pierdan muchos más.
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