El Escritor es una película de intriga, en el contexto de los servicios secretos americanos y su influencia en la política de otros países. Este tipo de películas se caracterizan por los infiltrados, los dobles agentes, los espías y el lema de que “nada es lo que parece”. Sin embargo la trama de El Escritor es bastante lineal, y todo acaba siendo lo que parecía ser. Distintos espectadores se percatarán de la clave de a película –de quién es el personaje decisivo—antes o después, pero a partir de ese momento la intriga emana de otra fuente: ¿cuándo acabará metiendo la pata el protagonista, cuándo le llevará su propia ineptitud a manos de los que le quieren muerto?
Durante toda la trama el protagonista aparece involuntariamente atrapado en el descubrimiento de los trapos sucios del personaje al que le está escribiendo su “autobiografía”. Está claro que el guión pretendía hacer énfasis en que él se vio envuelto en todo el asunto sin buscarlo y sin tener madera de periodista de investigación, pero en mi opinión fue demasiado lejos en su impericia y falta de la más básica precaución, que, sin llegar ni pretender ser cómica, acaba siendo totalmente irreal e inverosímil: en varias ocasiones se mete directamente en la boca del lobo por pura temeridad o ingenuidad, y lo lógico habría sido que en todas ellas hubiera acabado muerto o en manos de los conspiradores. El que no sea así es otra vuelta de tuerca más en la dirección de la inverosimilitud. Es decir, un clavo saca a otro.
Ahora bien, dado ese, en mi opinión equivocado, cariz del guión en cuanto al protagonista, hay que alabar la actuación de Ewan McGregor, que efectivamente consigue transmitir a la perfección lo que se le pedía y despertar las ganas de darle una colleja para que espabile o se vaya a casa y deje el asunto para un profesional.
Una nota sobre la versión española de los diálogos: parece que se ha introducido en la traducción de los guiones una excesiva tendencia de interpretar como “tú” el “you” del inglés, lo cual es especialmente llamativo en esta película. En la vida real personajes que no se conocen entre sí y al mismo tiempo son de reconocido prestigio no pasan del “usted” a tutearse a partir de la segunda frase sin más. El que lo hagan en El Escritor es otro brochazo de inverosimilitud que además hace caer al espectador en el hecho de que se trata de una traducción, lo cual inevitablemente le saca de la película, algo que hay que evitar a toda costa en el cine.
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sábado, 29 de mayo de 2010
sábado, 22 de mayo de 2010
Robin Hood
Robin Hood es una más de tantas películas con que algunas productoras están intentando rentabilizar el tirón de personajes que en la historia del cine han demostrado acarrear grandes éxitos de taquilla. Dentro de esta tendencia están los que deciden continuar las sagas comenzadas años atrás, como Superman Returns, Indiana Jones y el reino de la calavera de cristal, …; y los que deciden explorar los orígenes de las leyendas, como Batman Begins, El Exorcista: el comienzo, o esta versión de Robin Hood de Ridley Scott. El problema de este último tipo de precuelas es que muchas veces se intenta explicarlo todo, incluyendo lo inexplicable, o lo que habría quedado mejor sin explicar.
En Robin Hood, Ridley Scott cae en esta última tentación y enmarca el afán justiciero de Robin de los Bosques en la lucha de los señores del Reino Unido por resistirse a la opresión de su rey, en la que el padre de Robin Hood había desempeñado un papel importante, muriendo cuando éste era aún muy pequeño. El hijo no recordaba lo ocurrido, pero retoma la lucha de su padre a través de una serie de casualidades que le llevan a conocer a uno de los que lo presenciaron, quien le cuenta sus orígenes revolucionarios.
Pero son demasiadas casualidades para la credibilidad de un guión y, en su empeño por explicarlo todo, el resultado, además de ser muy forzado, incurre en incoherencia con las demás versiones de Robin Hood, en las que el Rey Ricardo Corazón de León está vivo, mientras que en ésta se parte del presupuesto de que muere en el camino de regreso de las cruzadas.
Adolece, además, de cierta incoherencia de estilo, ya que por un lado parece querer engarzar el relato en un marco histórico verosímil mientras que por otro narra hechos muy poco creíbles para la época en que suceden, como la participación de una mujer disfrazada de caballero al mando de un grupo de adolescentes asilvestrados en una batalla que cambió el rumbo de la historia de dos potencias como Francia e Inglaterra.
Al margen de estas cuestiones, la película acaba siendo una película de época y de acción más, entretenida, pero que no quedará en el recuerdo más que como un intento fallido de ser la versión cinematográfica definitiva de una leyenda.
En Robin Hood, Ridley Scott cae en esta última tentación y enmarca el afán justiciero de Robin de los Bosques en la lucha de los señores del Reino Unido por resistirse a la opresión de su rey, en la que el padre de Robin Hood había desempeñado un papel importante, muriendo cuando éste era aún muy pequeño. El hijo no recordaba lo ocurrido, pero retoma la lucha de su padre a través de una serie de casualidades que le llevan a conocer a uno de los que lo presenciaron, quien le cuenta sus orígenes revolucionarios.
Pero son demasiadas casualidades para la credibilidad de un guión y, en su empeño por explicarlo todo, el resultado, además de ser muy forzado, incurre en incoherencia con las demás versiones de Robin Hood, en las que el Rey Ricardo Corazón de León está vivo, mientras que en ésta se parte del presupuesto de que muere en el camino de regreso de las cruzadas.
Adolece, además, de cierta incoherencia de estilo, ya que por un lado parece querer engarzar el relato en un marco histórico verosímil mientras que por otro narra hechos muy poco creíbles para la época en que suceden, como la participación de una mujer disfrazada de caballero al mando de un grupo de adolescentes asilvestrados en una batalla que cambió el rumbo de la historia de dos potencias como Francia e Inglaterra.
Al margen de estas cuestiones, la película acaba siendo una película de época y de acción más, entretenida, pero que no quedará en el recuerdo más que como un intento fallido de ser la versión cinematográfica definitiva de una leyenda.
Furia de Titanes - Tenerife en la Gran Pantalla
La verdad es que antes de que se diera a conocer esta nueva versión de Furia de Titanes este tipo de películas no había resultado para mí especialmente interesante, y ni siquiera había visto la versión antigua. Lo comento porque esto significa que me acerqué a verla sin ningún condicionamiento previo, sin ninguna expectativa más allá de la que nos transmitió la promoción publicitaria.
Vista de este modo, la experiencia fue positiva y entretenida, con un buen equilibrio de aventura, acción, argumento y efectos visuales. Las actuaciones estaban a la altura y la música acompañó sin desmerecer. Todo ello hace de Furia de Titanes una película que bien merece la pena ir a ver al cine teniendo en cuenta los precios a los que están las entradas, aunque no será la más recordada de la temporada para la mayoría, simplemente una más.
Digo para la mayoría, porque para los que vivimos en Tenerife ver esta película tiene un aliciente especial, el de ver paisajes y recovecos bien conocidos para nosotros convertidos en escenarios naturales para la ciudad Argos, o los alrededores de ámbitos mitológicos como el Monte Olimpo o el reino de Hades. La próxima vez que nos paseemos por las Cañadas del Teide miraremos por el rabillo del ojo por si acecha un escorpión gigante entre las rocas volcánicas…
También hay que hacer una salvedad en el sentido contrario: para los conocedores y puristas de la historia de la mitología griega debe de ser un suplicio el visionado de esta película. No lo digo por conocimiento propio, sino porque sé de alguno que ni siquiera aguantó hasta el final y salió del cine despavorido a mitad de la misma.
En cuanto a coherencia del argumento yo sólo tengo una incógnita, que quizás algún lector pueda despejar: si Io, convertida en una especie de ángel de la guarda de Perseo, era inmortal, ¿por qué muere en el ataque del rey Acrisio, , fichado bajo el nombre de Calibos como aliado por Hades?
Vista de este modo, la experiencia fue positiva y entretenida, con un buen equilibrio de aventura, acción, argumento y efectos visuales. Las actuaciones estaban a la altura y la música acompañó sin desmerecer. Todo ello hace de Furia de Titanes una película que bien merece la pena ir a ver al cine teniendo en cuenta los precios a los que están las entradas, aunque no será la más recordada de la temporada para la mayoría, simplemente una más.
Digo para la mayoría, porque para los que vivimos en Tenerife ver esta película tiene un aliciente especial, el de ver paisajes y recovecos bien conocidos para nosotros convertidos en escenarios naturales para la ciudad Argos, o los alrededores de ámbitos mitológicos como el Monte Olimpo o el reino de Hades. La próxima vez que nos paseemos por las Cañadas del Teide miraremos por el rabillo del ojo por si acecha un escorpión gigante entre las rocas volcánicas…
También hay que hacer una salvedad en el sentido contrario: para los conocedores y puristas de la historia de la mitología griega debe de ser un suplicio el visionado de esta película. No lo digo por conocimiento propio, sino porque sé de alguno que ni siquiera aguantó hasta el final y salió del cine despavorido a mitad de la misma.
En cuanto a coherencia del argumento yo sólo tengo una incógnita, que quizás algún lector pueda despejar: si Io, convertida en una especie de ángel de la guarda de Perseo, era inmortal, ¿por qué muere en el ataque del rey Acrisio, , fichado bajo el nombre de Calibos como aliado por Hades?
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sábado, 1 de mayo de 2010
Más Allá del Tiempo (La Mujer del Viajero en el Tiempo)
Es difícil valorar una película basada en una novela que uno considera una de sus favoritas. Por un lado, porque sencillamente es difícil no caer en la tentación de comparar la novela con la película, lo cual siempre lleva a conclusiones injustas si no se tiene en cuenta la “traducción” de un lenguaje a otro –del literario al cinematográfico. Comprender esa traducción, también llamada adaptación, requiere conocer los dos lenguajes, y sin embargo habitualmente lo hacemos sólo desde el conocimiento del de la novela. De ahí emanan las manidas objeciones de que “eso no sale en la novela” o “en la novela eso no sucedía así”...
Más Allá del Tiempo es un claro ejemplo de adaptación que podría ser objeto de este tipo de críticas. Y sin embargo lo que hay que valorar es si ha sabido transmitir las mismas sensaciones, los mismos estímulos interiores en el espectador que el texto en el lector. Para ello el director puede introducir cambios, muy drásticos a veces, pero justificados si están al servicio de ese fin. En este sentido he de decir que hay momentos de la película que efectivamente consiguen evocar las mismas sensaciones que el libro. Las escenas del prado donde una y otra vez se encuentran los protagonistas son exactamente como me las imaginaba al leer la novela.
Sin embargo, globalmente creo que la pelíucla no consigue fascinar como la novela. Es difícil saber en qué medida influye que el factor sorpresa sobre el original argumento de la historia no puede repetirse si ya has leído el libro. Pero creo incluso para quien va a ver la película sin conocer la novela, a pesar de contar con ese factor sorpresa, el resultado final es bastante plano. Quizás en su afán de dejar muy claro lo que indudablemente era muy difícil de explicar, el director haya ido demasiado lejos, compartimentalizando la historia en capítulos casi independientes, resolviendo una sub-trama antes de plantear la siguiente Así, la realidad de los viajes en el tiempo, la relación con la chica, la relación con los padres, la cuestión de los hijos, la cuestión de su propia muerte, se tratan de manera sucesiva y no entrelazada, dándole a la película una sensación de inversimilitud que no emana del aspecto fantástico, sino de que la vida real no funciona en compartimentos estancos.
Para explicar la parte complicada del argumento le bastaban al director sus magistrales primeros minutos, en los que en poco tiempo lo dejó todo muy claro. Consiguió de manera eficacísima y en pocas secuencias poner a todos los espectadores en situación, evitando confusiones y malentendidos posteriores que podrían sacarlos de la película. Pero a partir de ahí sigue primando su afan “explicativo”, haciendo que la película cojee en intensidad emocional a pesar del potencial que tenía para ello, probablemente dejando indiferentes a la mayoría.
En cualquier caso, la hayan visto o no, lo que les recomiendo encarecidamente es leer la novela de Audrey Niffenegger, “La Mujer del Viajero en el Tiempo”.
Más Allá del Tiempo es un claro ejemplo de adaptación que podría ser objeto de este tipo de críticas. Y sin embargo lo que hay que valorar es si ha sabido transmitir las mismas sensaciones, los mismos estímulos interiores en el espectador que el texto en el lector. Para ello el director puede introducir cambios, muy drásticos a veces, pero justificados si están al servicio de ese fin. En este sentido he de decir que hay momentos de la película que efectivamente consiguen evocar las mismas sensaciones que el libro. Las escenas del prado donde una y otra vez se encuentran los protagonistas son exactamente como me las imaginaba al leer la novela.
Sin embargo, globalmente creo que la pelíucla no consigue fascinar como la novela. Es difícil saber en qué medida influye que el factor sorpresa sobre el original argumento de la historia no puede repetirse si ya has leído el libro. Pero creo incluso para quien va a ver la película sin conocer la novela, a pesar de contar con ese factor sorpresa, el resultado final es bastante plano. Quizás en su afán de dejar muy claro lo que indudablemente era muy difícil de explicar, el director haya ido demasiado lejos, compartimentalizando la historia en capítulos casi independientes, resolviendo una sub-trama antes de plantear la siguiente Así, la realidad de los viajes en el tiempo, la relación con la chica, la relación con los padres, la cuestión de los hijos, la cuestión de su propia muerte, se tratan de manera sucesiva y no entrelazada, dándole a la película una sensación de inversimilitud que no emana del aspecto fantástico, sino de que la vida real no funciona en compartimentos estancos.
Para explicar la parte complicada del argumento le bastaban al director sus magistrales primeros minutos, en los que en poco tiempo lo dejó todo muy claro. Consiguió de manera eficacísima y en pocas secuencias poner a todos los espectadores en situación, evitando confusiones y malentendidos posteriores que podrían sacarlos de la película. Pero a partir de ahí sigue primando su afan “explicativo”, haciendo que la película cojee en intensidad emocional a pesar del potencial que tenía para ello, probablemente dejando indiferentes a la mayoría.
En cualquier caso, la hayan visto o no, lo que les recomiendo encarecidamente es leer la novela de Audrey Niffenegger, “La Mujer del Viajero en el Tiempo”.
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