Quién sino Pixar iba a ser quien diera una nueva vuelta de tuerca a la animación, con una innovacion ta genial como simple: para qué gastar innumerables recursos en reproducir infográficamente lo que se puede grabar con una cámara? todos sabemos cómo uno de los mayores retos de los estudios de animación es recrear de una manera creíble fenómenos como la superficie de un mar agitado, o un campo de cereales bajo el viento, o un bosque a merced de un temporal. Pues en esta película todos estos elementos paisajísticos han sido grabados en exteriores, siéndoles superpuestos después los elementos de animación, eso sí de una manera que resulta prácticamente indistinguible donde empiezan aquéllos y terminan éstos.
Lo volveremos a ver en la nueva versión de El Libro de la Jungla, que promete, y no sólo por este modo de abordar la animación.
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