Una pena que nadie espere mucho de segundas partes, porque esta entrega de Happy Feet no sólo supera a su predecesora sino que indudablemente debería quedar registrada como una de las obras maestras del cine de animación.
Aunque empieza pareciendo una huida hacia adelante en la dirección del panfleto medioambiental, pronto empieza a revelarse como una perfecta combinación de un guión excelente, unos personajes magistralmente caracterizados, equilibrados y animados, unas maravillosas canciones --incluyendo un aria operística-- seleccionadas y colocadas muy actertadamente, entre otras cosas.
Aunque suene a tópico, es todo un deleite para todos los sentidos. Aunque sólo entran en juego dos de ellos, uno se siente tan envuelto por Happy Feet 2, que parece que quedan en el recuerdo olores, sabores y sensaciones, además de unas bellísimas imágenes y una ambientación musical inigualable.
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