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sábado, 16 de octubre de 2010

Siempre a mi lado

Siempre a mi lado es una película con pretensiones de trascendencia que sin embargo son abordadas de manera demasdiado superficial como para llegar a tocar la fibra del espectador. Todo queda en un rato entretenido en el que demasiadas veces hay que renunciar a entender lo que está pasando y decidir centrarse en la simple historia romántica que narra.

Su principal problema es la incoherencia interna en aspectos fundamentales, como la interacción de las almas que el protagonista es capaz de ver en tránsito hacia el más allá. Esas almas, además de hablar con él ¿pueden afectar a la realidad física que les rodea? En la película hay secuencias que invitan a responder al mismo tiempo que sí y que no a esta pregunta: la chica --su alma, en realidad-- parece haber protagonizado un sueño del protagonista cuando tras navegar en el velero de éste con él, la embarcación aparece abandonada desde hace años en el garaje donde estaba, como si nadie la hubiera utilizdo. Sin embargo, la nota de papel en la que escribe y que es clave para el desenlace de la película, tiene realidad física cuando la encuentra el chico unas horas después.

Otra pregunta: si las almas son de personas muertas y están en tránsito hacia otra vida, ¿cómo se explica que la visión del alma de la chica se produjera cuando ésta estaba aún viva?

Lo mejor de la película es el pueblo donde se rodó: da ganas de irse a pasar unos días y navegar como los protagonistas por la preciosa costa canadiense.

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