Buscar en este blog

sábado, 29 de mayo de 2010

EL ESCRITOR (The Ghost Writer)

El Escritor es una película de intriga, en el contexto de los servicios secretos americanos y su influencia en la política de otros países. Este tipo de películas se caracterizan por los infiltrados, los dobles agentes, los espías y el lema de que “nada es lo que parece”. Sin embargo la trama de El Escritor es bastante lineal, y todo acaba siendo lo que parecía ser. Distintos espectadores se percatarán de la clave de a película –de quién es el personaje decisivo—antes o después, pero a partir de ese momento la intriga emana de otra fuente: ¿cuándo acabará metiendo la pata el protagonista, cuándo le llevará su propia ineptitud a manos de los que le quieren muerto?

Durante toda la trama el protagonista aparece involuntariamente atrapado en el descubrimiento de los trapos sucios del personaje al que le está escribiendo su “autobiografía”. Está claro que el guión pretendía hacer énfasis en que él se vio envuelto en todo el asunto sin buscarlo y sin tener madera de periodista de investigación, pero en mi opinión fue demasiado lejos en su impericia y falta de la más básica precaución, que, sin llegar ni pretender ser cómica, acaba siendo totalmente irreal e inverosímil: en varias ocasiones se mete directamente en la boca del lobo por pura temeridad o ingenuidad, y lo lógico habría sido que en todas ellas hubiera acabado muerto o en manos de los conspiradores. El que no sea así es otra vuelta de tuerca más en la dirección de la inverosimilitud. Es decir, un clavo saca a otro.

Ahora bien, dado ese, en mi opinión equivocado, cariz del guión en cuanto al protagonista, hay que alabar la actuación de Ewan McGregor, que efectivamente consigue transmitir a la perfección lo que se le pedía y despertar las ganas de darle una colleja para que espabile o se vaya a casa y deje el asunto para un profesional.

Una nota sobre la versión española de los diálogos: parece que se ha introducido en la traducción de los guiones una excesiva tendencia de interpretar como “tú” el “you” del inglés, lo cual es especialmente llamativo en esta película. En la vida real personajes que no se conocen entre sí y al mismo tiempo son de reconocido prestigio no pasan del “usted” a tutearse a partir de la segunda frase sin más. El que lo hagan en El Escritor es otro brochazo de inverosimilitud que además hace caer al espectador en el hecho de que se trata de una traducción, lo cual inevitablemente le saca de la película, algo que hay que evitar a toda costa en el cine.

No hay comentarios:

Publicar un comentario