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sábado, 6 de marzo de 2010

TIANA Y EL SAPO - el (tímido) retorno del Disney "clásico"

Tiana y el Sapo se ha anunciado como el regreso de Disney a la animación tradicional tras el paréntesis que se tomaron desde 2004 estos estudios para producir productos proyectables en 3D con la emergente tecnología que tanto se está promocionando (Chicken Little, Descubriendo a los Robinsons, Bolt) y el regular éxito que tuvieron sus últimas producciones “clásicas” como Hermano Oso (2003) y Zafarrancho en el Rancho (2004).

Realmente, su último verdadero éxito al estilo “clásico” fue Lilo y Stitch (2002), para algunos incluso hay que remontarse a Tarzán (1999) para poder etiquetar una producción de Disney como un éxito de estilo “clásico”. Lo que está claro es que aún hoy Disney vive de la reputación y fama que se ganó con aquellas memorables películas de animación de las que Pocahontas, el Jorobado de Notre Dame o el Rey León son sus últimos exponentes que están a la altura de aquellos Blancanieves, Bambi, Dumbo…

¿Han conseguido con Tiana y el Sapo volver a aquel estilo que tanto deseábamos volver a ver en las pantallas? Considero que en parte sí, aunque si quieren volver a aquella senda –y espero que quieran y lo hagan—aún les queda un buen trecho que recorrer. Hay tramos de la película que son capaces de devolvernos a aquella magia, pero otros quedan bastante lejos de ella. Me refiero concretamente a casi todas las secuencias en que aparece el Señor de las Sombras y su mundo irreal, ajeno, en estética y contenidos, al ambiente grato y entrañable del resto de la película.

En especial, la secuencia musical en la que él se presenta al príncipe y su ayudante fueron suficientes para estropear la sensación de estar presenciando una historia que apela al corazón, sustituyendo esa sensación por la de una superficialidad y frivolidad que no encaja con el resto. Sobran esas secuencias que se desarrollan en un entorno fantástico y totalmente inconexo con el de la historia, ya que quiebran la coherencia interna del producto final.

La segunda mitad de la película ya no adolece tanto de estos excesos histriónicos y se centra más en la historia de Tiana y el Sapo propiamente dicha, consiguiendo, ahora sí, evocar aquellas historias con que todos identificamos a la Disney.

Me quedo por ello con la sensación positiva de que si lo siguen intentando y no abandonan la recuperación de esta línea de producciones “clásicas”, muy pronto podríamos ver en la pantalla de manos de la factoría Disney películas tan memorables como El Libro de la Selva o Peter Pan, demostrándose una vez más que la clave está en las historias que se cuentan y no tanto en los elementos efectistas, que solo logran un éxito efímero que quedará eclipsado tan pronto haya otro que consiga el “más difícil todavía”. Lo que queda en la memoria de las personas y a través de ellas en la memoria colectiva son los buenos guiones que nos hicieron reír, llorar, sufrir y disfrutar como niños. En ese sentido, Tiana y el Sapo apunta en la buena dirección.

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